Objetividad vs. Subjetividad: Un Análisis Contemporáneo

La Dualidad entre la Objetividad y Subjetividad
En el ámbito de las percepciones humanas y cómo estas configuran nuestras realidades, frecuentemente nos encontramos debatiendo entre lo que consideramos subjetivo y lo que calificamos de objetivo. A lo largo de este análisis, abordaremos cómo nuestras representaciones mentales y nuestras creencias, influyen decisivamente en nuestra interpretación de la realidad.
¿Alguna vez te has preguntado por qué opinas tan favorablemente de ciertos canales informativos o, por el contrario, desechas otros como carentes de objetividad?
Si perteneces al primer grupo, te agradecemos tu aprecio, y aunque deseamos corresponderte, debemos admitir una realidad—la objetividad pura es más un ideal que una posibilidad. En cambio, si estás en el segundo grupo, te invitamos a reconsiderar esa percepción, pues la objetividad completa es un concepto aún más esquivo de lo que parece. Para entender mejor, consideremos cómo procesamos la información. Los seres humanos, capaces de reconocer y entender el entorno, desarrollamos en nuestra mente representaciones de lo que observamos. Estas representaciones, que pueden ser conocimientos o creencias sobre nosotros y el mundo que nos rodea, funcionan como mapas mentales que intentan corresponderse con la realidad de manera más o menos precisa. Decimos que un juicio es subjetivo cuando está influenciado por el individuo que lo realiza. Por ejemplo, afirmar que "esta mandarina es deliciosa" es claramente subjetivo, ya que la percepción del sabor varía según el paladar del degustador. En contraposición, una afirmación se considera objetiva cuando se centra en atributos del objeto en cuestión, como en "esta mandarina pesa 120 gramos", una observación que presume ser factual y constante, independientemente del observador. Establecemos entonces que una representación es verdadera cuando coincide con la realidad.
Si concuerda con la realidad percibida por el sujeto, se habla de una verdad subjetiva; si coincide con la realidad del objeto observado, estamos ante una verdad objetiva. Y si no corresponde con ninguna realidad conocida, simplemente es falsa o incorrecta. Desafortunadamente, llegar a un consenso sobre qué constituye una verdad objetiva es complicado. A lo largo de la historia, filósofos y científicos han debatido intensamente acerca de la naturaleza de la verdad y la objetividad. Desde visiones antiguas como la de Aristóteles, quien consideraba que la verdad era la correspondencia entre el pensamiento y el objeto, hasta teorías más modernas como el falsacionismo de Karl Popper, que sugiere que la veracidad de una teoría científica nunca es definitiva y está siempre sujeta a refutación. Así, mientras tratamos de medir y cuantificar el mundo que nos rodea, debemos recordar que incluso nuestras herramientas de medición son imperfectas y nuestras observaciones nunca están completamente libres de la subjetividad del observador. Esta complejidad nos lleva a reflexionar sobre cómo, incluso con los objetos más simples, la búsqueda de una objetividad absoluta puede resultar no solo imposible sino también impráctica.
El Desafío de la Verdad en la Filosofía y la Ciencia
La búsqueda de la verdad ha sido un constante reto tanto para filósofos como científicos a lo largo de los siglos. Desde tiempos antiguos, figuras como Aristóteles y Avicena consideraban que la verdad era la correspondencia entre nuestras percepciones y la realidad extramental. Sin embargo, para pensadores como Demócrito y Epicuro, la verdad absoluta permanecía esquiva para los seres humanos comunes, más allá de nuestro alcance concreto. Avanzando en la línea del tiempo hasta el periodo moderno, encontramos el positivismo de Augusto Comte, quien afirmaba que el conocimiento legítimo debía fundamentarse únicamente en hechos observables y verificables. Comte proponía que a partir de observaciones detalladas se podrían establecer leyes generales con un proceso conocido como inducción. Este planteamiento, sin embargo, recibió críticas significativas, en particular de Karl Popper. Popper introdujo la idea de que la verdad es provisional y sujeto a constante revisión. Argumentaba que, más que buscar confirmación de nuestras teorías, deberíamos intentar refutarlas a través de experimentación y crítica - un proceso que denominó falsacionismo.
En esta perspectiva, descartamos las hipótesis erróneas, mejorando así la fiabilidad de nuestras teorías, aunque reconociendo que nunca alcanzan una objetividad completa. Además, las limitaciones para alcanzar una objetividad absoluta no solo aparecen en la ciencia. Veamos un ejemplo cotidiano con una mandarina. Podríamos pensar que decir que "esta mandarina pesa 120 gramos" es una afirmación objetiva, pero, ¿qué ocurre si diferentes balanzas dan medidas ligeramente distintas? ¿Y si el acto de medir influencia el resultado? Además, la percepción del color de la mandarina puede variar según la perspectiva del observador, lo que añade otra capa de subjetividad. La complejidad de la realidad nos presenta un desafío insuperable si buscamos describirla en su totalidad. Jorge Luis Borges, en uno de sus cuentos, imagina un país donde los mapas se hicieron tan detallados que terminaron siendo tan grandes como el propio país, revelando lo impráctico de buscar una representación perfecta. Estos dilemas nos llevan a reconocer que, si bien es imposible lograr una objetividad absoluta, esto no nos debe desalentar en nuestra búsqueda de conocimiento más preciso y honesto. Por tanto, la transparencia, la validación lógica y un reconocimiento de nuestras propias limitaciones son esenciales en este proceso. En un mundo de información abundante, distinguir entre conocimiento fiable y opinión personal es más crucial que nunca, demostrando que la honestidad es fundamental en la comunicación y producción del conocimiento.
Objetividad Limitada y la Relevancia de la Honestidad en la Comunicación
La búsqueda de una objetividad plena continúa siendo una utopía que desafía a pensadores y científicos por igual. Hoy discutiremos sobre las barreras inherentes para conseguir una objetividad absoluta y subrayaremos la importancia de la honestidad y la transparencia en la diseminación del conocimiento. Al afirmar: "Amo este canal porque es sumamente objetivo", o por el contrario, "Este canal es terrible, carece de objetividad", estamos cayendo en errores de percepción. En realidad, si aprecias la primera postura, te agradecemos el elogio aunque no sea del todo cierto; y si te inclinas por la segunda, te hemos perdido, aunque algo hay detrás de esa percepción. Nos encanta que nos sigas, pero seamos claros, la objetividad total es un espejismo. Los seres humanos, como entidades cognitivas, construimos en nuestra mente modelos de la realidad que son útiles para nuestra supervivencia y comprensión del entorno.
Nuestros sentidos y herramientas de medición tienen limitaciones. La precisión en la medición del peso de una mandarina puede variar ligeramente dependiendo del instrumento utilizado. Además, la misma acción de medir puede influir en el objeto medido, introduciendo variables indeseadas. La realidad, en su rica complejidad, desafía nuestras capacidades de representación exacta y completa. Podemos describir una mandarina por su peso y color, pero ¿qué hay de su composición química, valor nutricional o historia? La información potencialmente relevante es vasta. El relato "Del rigor en la ciencia" de Jorge Luis Borges ilustra magníficamente esta idea. En él, un país obsesionado con la cartografía crea un mapa tan detallado y exacto que termina siendo tan grande como el propio país, llegando a ser inútil. Esto nos lleva a aceptar que si bien no podemos alcanzar una objetividad absoluta, y menos aún cuando tratamos con fenómenos complejos como los seres humanos o eventos sociales, podemos y debemos aspirar a acercarnos a la verdad de forma honesta.
¿Cómo discernir entonces la honestidad en la comunicación de conocimientos?
Es clave la transparencia sobre las fuentes de información, la confiabilidad de los razonamientos basados en evidencias sólidas y lógica, y la humildad intelectual para reconocer los límites de nuestra propia perspectiva. Aunque en "Curiosamente" no alcanzamos la objetividad plena, nos comprometemos profundamente con la honestidad, transparencia y humildad intelectual en cada contenido que producimos. Y recuerda, nadie posee todas las respuestas, pero todos podemos contribuir con un granito de conocimiento en nuestra búsqueda colectiva de entendimiento. Si deseas aprender a crear tus propios contenidos con un toque personal, no te pierdas el curso de introducción a la creación de contenidos digitales de Platzi, donde podrás aprender todo sobre storytelling y cómo monetizar tus creaciones. Empieza hoy mismo y únete a nuestra comunidad para apoyar y expandir la conversación honesta y transparente.